A veces dejamos pasar las cosas



A veces dejamos pasar las cosas como leer un buen libro o ver una película que nos parecía interesante. Ayer vi "Amélie", una de esas películas que un día dejé pasar y que me dije que vería pronto. Se deja pasar el tiempo y se van olvidando las cosas; me pasa lo mismo cuando me surge una historia nueva, a veces ficticia, a veces real, y la quiero grabar en papel, pero no tengo ninguno delante o, a veces, teniéndolo, me surge un deje que me hace descuidar cualquier pizca de creación. Me pasa incluso cuando voy escribiendo, cuando estoy escribiendo estas palabras y van surgiendo en mi mente palabras nuevas, frases hechas, tan rápidamente que mi mano no puede recoger, y entonces esas frases expiran de mi mente y me tengo que conformar con algún recuerdo de éstas, un vago resumen de la ausencia.

"Todo fluye", ya lo dijo un pensador. Todo fluye tan velozmente que ni tiempo nos da para captar los detalles que en cada milésima de segundo pasan por nuestros ojos. Así va fluyendo nuestra vida; vamos captando los detalles que somos capaces de admirar, ya sea porque éstos se repiten o van vagando lentamente por nuestra retina. Cada segundo escribe hojas enteras de la Vida. Un segundo es un instante. Una sonrisa dura un segundo, una caricia, una mirada, un "te quiero". En un segundo se para el corazón enfermo; en un segundo muere un hambriento, cae un pájaro herido, hacen exposión las vidas de decenas de inocentes.

Un segundo da para una vida entera. Con un segundo se escribe un punto y aparte, un "adiós", un "hasta pronto", un "tanto te quise", un "te olvidé".

Cada momento es un eterno crepúsculo que no acaba de aparecer. En un segundo cae una lágrima, y en un minuto ya estamos ahogados en un agua salada difícil de contener.

Cada instante de nuestra vida se convierte en un pensamiento en blanco cuando no sabemos qué decir. Una palabra ausente en una libreta, el dictado incompleto que tan veloz fluyó por unos labios que no supimos escuchar por nuestra mente lenta, por un ruido intenso, o un ensordecedor latido.

Palabras en blanco escribo cada noche para este espacio. Van surgiendo en la oscuridad, sobre un papel de olvido que se pierde tras mis sábanas y que amanece con la luz del sol en una mañana fría de frente cálida. Lloran las horas por el silencio de la cigüeña. Despierta el ruiseñor en el más escondido rincón; todos le oyen cantar pero nadie le vio. Pasa cada día sin una nueva canción, sin páginas que escribir, sin libreta ni renglón. Bolígrafos llenos de tinta esperan en un rincón, escondidos, perdidos, bajo las alas del ruiseñor. Un sueño que se escapa con las horas, un papel en blanco, una sonrisa, una lágrima, un "te quiero", y un "adiós"

4 comentarios:

Hamartía dijo...

"A veces dejamos pasar las cosas"... o la manera de ir cerrando un espacio.

Quise dejar escrito en este blog una de las últimas entradas con las que pretendo cerrar el primer espacio que hice en internet. Digamos que es la manera de marcar un punto y aparte al paso del tiempo. Busco renovarme, y he elegido blogger.

Un saludo a todos.

Ignacio Ortiz dijo...

http://blogosferaalmeriense.blogspot.com/

Nos ha gustado tu blog y lo hemos colocado en Bitacora Almeriense, en caso de que no lo desees nos lo dices y lo quitariamos inmediatamente.

Un abrazo

dulce dijo...

Y dices que no tienes nada que decir??

Nunca le quites las alas al bolígrafo.

dulce dijo...

No dejes pasar las cosas. Al menos no las que valen la pena, como la expresión de la identidad a través de las letras.

Un beso.