Algunos ideales se revelan como pasión combativa y otros como pertinaz
obsesión; de igual manera distínguense dos tipos de idealistas,
según predomine en ellos el corazón o el cerebro. El idealismo
sentimental es romántico: la imaginación no es inhibida por la
crítica y los ideales viven de sentimiento. En el idealismo experimental
los ritmos afectivos son encarrilados por la experiencia y la crítica
coordina la imaginación: los ideales tórnanse reflexivos y serenos.
Corresponde el uno a la juventud y el otro a la madurez. El primero es adolescente,
crece, puja y lucha; el segundo es adulto, se fija, resiste, vence.
El idealista perfecto sería romántico a los veinte años
y estoico a los cincuenta; es tan anormal el estoicismo en la juventud como
el romanticismo en la edad madura. Lo que al principio enciende su pasión,
debe cristalizarse después en suprema dignidad: ésa es la lógica
de su temperamento.
JOSÉ INGENIEROS
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