21 de marzo, día de la
Poesía.
La poesía para su
lector es más que un simple ocio, es una forma de ver el mundo, es parte del
oxígeno que necesita para entender y andar por esta senda que es la vida, y que
tanto cuesta para todo humano normal, que se tiene que ganar el pan con el
sudor de su frente y, en ocasiones, implorando de rodillas en la primera acera
que ve, con la mano extendida y el orgullo hecho jirones.
El poeta, ese dios que
vemos los que admiramos su obra, ha sido otro mortal más, sufridor de este
mundo, que en la mayoría de las ocasiones no ha alcanzado para vivir con lo que
escribía. Con suerte, la familia del difunto autor pudo hacerse de los derechos
de sus obras y, tras la fama que da la muerte, hasta con un sueldo suficiente
para la subsistencia. La prosa siempre fue más fructífera, pero no tan lograda
como el verso. Habría que remontarse muchos siglos para encontrarnos a una
sociedad que repetía los versos famosos que circulaban entre las gentes,
aquéllos que criticaban el gobierno de un rey, o los que se burlaban de la
nobleza y el clero, y que podían costar la vida de su autor así como el que los
disfrutase.
Ni el propio Bécquer
pudo ver en vida sus ya famosos versos publicados. Quizás sintió la pena en el
último suspiro, al sentirse olvidado. Si hubiese podido ver la fama que
alcanzaría tiempo después, hasta nuestros días, del mismo modo que se
desesperaría al comprobar que muchos de sus lectores y maestros que pretenden
explicar sus versos no comprendieron el sentido de los mismos, lo cual le valió
la censura en alguna ocasión.
A día de hoy las
editoriales desestiman los poemarios contemporáneos, empezando porque el lector
mismo lo desecha frente a la novela recién publicada y promocionada en
televisión. No estamos dando la justicia que se merece a la poesía; y podría
confesar que a veces ésta misma ha perdido en su intento de innovar en estilo y
contenido. Quizás una poesía más clásica pueda volver a encantar a este nuevo
público, ansioso de lo nuevo y pasional. En la actualidad, donde lo antiguo es
nuevo para muchos, quizás tenga cabida la imperecedera poesía.
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