"Cincuenta sombras de Grey", de E. L. James, se alza en la
paupérrima lista de novelas para mujeres, género que creímos extinguido algún
que otro siglo atrás.
De nada valió la lucha histórica de George Sand o Cecilia Bölh de Faber,
entre muchísimas otras, para colocar a la mujer en la estimación de la
literatura culta que forma parte y pervivirá por siempre haciéndose un hueco en
la historia literaria.
Cincuenta sombras de Grey se hace partícipe del morbo a que tan
acostumbrados estamos, desgraciadamente, en programas televisivos de índole
amarillista, también denominados "del corazón", y que tanto daño
están haciendo a la cultura de muchos países, que curiosamente se pretenden
mostrar como "avanzados".
Hoy la libertad de información la intentan definir así, como la búsqueda de
un estado mental cada vez más limitado, donde la capacidad neuronal se centra
en saber si a fulanita le gusta fulanito, y si ya ha conseguido
llevárselo a la cama. Pero mientras que la televisión busca entretener mediante
espectáculos de enfrentamientos y voces más altas que otras, girando en torno a
estos temas, en la que muchos de estos personajes mediáticos no saben ni
expresarse, este libro que mencionamos busca la polémica, siempre morbosa, del
lado de Sade, otro autor también polémico en su época, pero que supo marcar un
antes y un después, siendo por ello merecedor de pertenecer a la historia
literaria universal.
E. L. James ha conseguido calar hondo en el gusto femenino; pero no me gusta
generalizar al hablar del género femenino, al menos en este caso. Muchas
mujeres se entregarán a este tipo de novelas, quizás las mismas que se ponen
delante de la televisión para saber que ha hecho tal famosillo con su vida, al
igual que hay hombres que sufrirán durante horas delante del mismo aparato
esperando que a su ídolo le otorguen el balón de oro o que un par de
"deportistas" se dejen la cara en el suelo de tantos golpes sobre el
cuadrilátero. No hay género libre de pecado.
No sé qué pensarán quienes lean esta entrada; quizás muestren un profundo
desacuerdo y critiquen muchos de los pensamientos que he dejado tras estas
líneas. Sólo me queda aconsejaros que miréis a vuestro alrededor y contempléis
la situación actual de vuestro país, los problemas sociales y económicos, así
como el enojo que os produce que un grupo de ladrones se haya apoderado de la
política que impera. Preguntaros cómo han podido votar a ésos y os daréis cuenta
de la baja capacidad de raciocinio que invade a la sociedad; yo os diré que si
hubiera una buena educación en todos los ámbitos, si la televisión sirviera
como un medio de cultura y aprendizaje, y los libros que se vendieran
estuviesen dotados de una materia de índole intelectual, la situación de tu
país sería mejor, porque la sociedad no hubiese permitido que el delincuente
tomase el gobierno.
La Justicia sólo funciona desde la inteligencia. Allí donde existe el
analfabetismo, no puede haber igualdad, y aún menos esperar que se actúe
justamente.
Si queréis un pueblo realmente avanzado, primero habrá que instruirlo
correctamente, siendo consciente de que toda instrucción ha de comenzarse desde
la base y en el día a día.
Si ha de existir la censura, empecemos por autocensurarnos nosotros mismos
hacia aquello que perjudica el intelecto. Quizás sirva para empezar a dar
ejemplo.
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